Quiero aprovechar esta oportunidad para advertirte sobre un peligro eterno que espera a aquellos que rechazan el camino de salvación de Dios. El libro de Apocalipsis nos enseña:
"Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda."
(Apocalipsis 21:8)
Además, el apóstol Pablo nos da una advertencia solemne en 1 Corintios:
"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores heredarán el reino de Dios."
(1 Corintios 6:9-10)
Esta lista revela que muchos de nosotros somos culpables. Puede que nos encontremos en alguno de estos pecados. Sabiendo esto, debemos preguntarnos: ¿Cómo podemos encontrar perdón y entrar en el cielo?
¿Alguna vez te has preguntado qué sucede cuando esta vida termina? Permíteme compartir contigo lo que dice la Palabra de Dios sobre la eternidad. Pero primero, debemos comenzar desde el principio.
La Biblia nos dice:
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra."
(Génesis 1:1)
"Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca."
(Salmo 33:6)
Dios creó al primer hombre, Adán, y de Adán hizo a la primera mujer, Eva. Ellos fueron colocados en un hermoso jardín y recibieron un mandamiento: no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Pero Eva, engañada por la serpiente, desobedeció a Dios y comió del fruto. Luego se lo dio a Adán, y él también comió.
Su desobediencia trajo el pecado al mundo. Sus ojos fueron abiertos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Intentaron cubrirse con hojas de higuera, una representación del intento del hombre de cubrir el pecado con sus propias obras.
Pero Dios les mostró que sus esfuerzos no eran suficientes. Él hizo túnicas de piel para ellos, lo que requirió el derramamiento de sangre. La Biblia dice:
"Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión."
(Hebreos 9:22)
Esta verdad se repite a lo largo de las Escrituras. Debe derramarse sangre para obtener el perdón.
El pecado entró en el mundo por la desobediencia de Adán, y hemos heredado esa naturaleza pecaminosa. La Biblia enseña:
"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron."
(Romanos 5:12)
Todos nacemos con esta naturaleza pecaminosa. Como está escrito:
"No hay justo, ni aun uno... por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios."
(Romanos 3:10, 23)
Por eso necesitamos un Salvador. Dios proporcionó una hermosa representación del sacrificio sustitutivo a través de Abraham e Isaac. Cuando Abraham fue llamado a sacrificar a su hijo, Dios intervino y proveyó un carnero en lugar de Isaac.
"Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo."
(Génesis 22:13)
Esto prefiguró el sacrificio supremo: Dios enviando a su Hijo, Jesucristo, para morir en nuestro lugar.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
(Juan 3:16)
Jesús llevó voluntariamente nuestros pecados en la cruz:
"Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados."
(1 Pedro 2:24)
Por su sangre derramada, tenemos redención y perdón:
"En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia."
(Efesios 1:7)
Después de la muerte de Jesús en la cruz, fue sepultado, pero al tercer día resucitó, venciendo la muerte y demostrando que es el Salvador.
"No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor."
(Mateo 28:6)
Jesús declaró:
"Yo soy el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves del Hades y de la muerte."
(Apocalipsis 1:18)
La pregunta ahora es: ¿Qué debes hacer para ser salvo?
La Biblia dice:
"Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo."
(Romanos 10:9)
¿Has llamado a Jesús? Él te invita hoy:
"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."
(Apocalipsis 3:20)
La salvación es un regalo:
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
(Efesios 2:8-9)
¿Confiarás en Jesús hoy?
La Biblia dice:
"El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida."
(1 Juan 5:12)
Recíbelo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Jesús es el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por él. ¿Creerás, te arrepentirás de tus pecados y confiarás en él como tu Salvador hoy?
Cristo es el único camino de salvación para toda la humanidad porque solo a través de Él puede resolverse el problema del pecado y lograrse la reconciliación con Dios. La Biblia presenta esta verdad de manera clara y consistente.